jueves, 21 de abril de 2011

Salida Villaverde de Trucios

Día 19 de Abril, los hombres del tiempo anuncian lluvias para la jornada, pero como estaba programado a las nueve de la mañana nos reunimos en el Bar Centro con el fin de iniciar nuestro proyecto de ruta que nos llevará a través de tierras Burgalesas, Vascas y Cántabras.
Después de la correspondiente espera por si hay algún retrasado, arrancamos nuestras máquinas, nos colocamos los cascos, guantes, etc. y con la ilusión reflejada en nuestros rostros, iniciamos el camino.


La mañana está fresca y nos lo hace sentir según vamos bordeando el Pantano del Ebro hasta el cruce para el puerto del Escudo. Dejamos el puerto a nuestra izquierda y dirigimos nuestras rodadas hacia Soncillo. Sin entrar en este pueblo Burgalés abandonamos la carretera N-232 y tomamos el itinerario que nos llevará a Santelices de Valdeporres, población que en su día contaba con la estación del ferrocarril Santander Mediterraneo. En esta localidad y regentando una cafetería nos encontramos a un viejo conocido que en su día administraba el Bar El Candil en Reinosa, saludamos a esta familia y después de tomar una café reiniciamos nuestra ruta, no sin antes perder la compañía de uno de nuestros integrantes que por causas ineludibles debe regresar.
Atravesamos las poblaciones de la Parte de Sotoscueva, Quisicedo y en Espinosa de los Monteros hacemos una parada en espera de un motero despistado que tuvo que dar la vuelta para recoger su mochila que había dejado olvidada en el Bar de Santelices.
De nuevo la cuadrilla al completo, continuamos la andadura, descendemos por el puerto del Cabrio de 740 metros de altitud que cuenta además con buen desnivel y un radar fijo a mitad del camino para que no pases de 90 K/h, así que con las precauciones debidas, continuamos avanzando por este trazado que nos acerca al Valle de Mena.
Tomamos la circunvalación de Villasana y con el río Cadagua como acompañante entramos en territorio de Euskadi  para llegar a Balmaseda.
En esta localidad sufrimos un despiste para atravesarla y después de consultar a un lugareño, lo conseguimos y al fin tomamos rumbo por la carretera BI-630 que nos recibe con cuatro gotas de agua que nos inquietan, mojan la carretera haciendola más peligrosa, pero enseguida desaparecen según vamos acercándonos al Valle de Villaverde.
Este municipio de Villaverde de Trucios tiene la peculiaridad histórica de estar enclavado en una comunidad autónoma que administrativamente, no es la suya. Este valle se lo dieron los señores de Vizcaya a los Avellaneda como premio por su participación en la batalla de  Aljubarrota (Portugal) en 1385.
Uno de sus descendientes Diego de Avellanedas vendió el valle por falta de liquided por 500.000 maravedíes a  a Pedro Fernández de Velasco, Conde de Haro, quien, al repartir el patrimonio entre sus hijos, concedió a Antonio de Velasco el valle de Villaverde, que a su vez se lo pasó a su hermano Pedro de Velasco.
Después de la primera guerra carlista la importante familia Santanderina de los Velasco hizo que este Valle quedara incluido en la actual Comunidad autónoma de Cantabria.
Dejamos este polémico valle y nos llegamos hasta Ramales de la Victoria, población que se hizo famosa por haberse librado en ella una importante batalla en la primera Guerra Carlista, que enfrentó a estos con los liberales mandados por el general Espartero.
Entre los atacantes y los Carlistas en su huida, dejaron completamente destruida la ciudad por lo que de ahí quedó el dicho "Fue más gorda que la de Ramales".
Hasta aquí llegamos nosotros, no para hacerla gorda, sino para descansar un rato, tomar unas cervezas, añadir gasofa y llegada la hora de comer satisfacer nuestro apetito.
Con nuestros estómagos dando muestras de vacío continuamos viaje hacia Arredondo, pensando en parar para comer en alguno de los restaurantes que encontrásemos en la carretera, pero cogimos marcha, nos pasamos algunos y terminamos parando en Arredondo.
Aparcamos al lado de la Iglesia y nos dirigimos a obtener información a los bares del pueblo. En el trayecto nos entretenemos mirando el río observando las maniobras de una trucha que se encontraba dispuesta a comer cuanto mosquito se la acercase.
Preguntamos a una chica que marchaba en su coche y nos recomienda que si vamos hacia Las Alisas, antes de entrar en el puerto nos desviemos a Bustablado que se encuentra a unos tres kilómetros del cruce. Nos informa que allí se encuentran dos restaurantes y que en cualquiera de ellos íbamos a ser bien atendidos, puesto que en ambos se come bien.

Llegados al pueblo, rápidamente aparcamos, y hambrientos nos dirigimos hacia el restaurantes más cercano, entramos a preguntar y tomar unas cervezas (sin alcohol). Nos encontramos con el comedor lleno por lo que se hace necesario esperar, hasta que al fin nos buscan lugar para comer, cosa que hacemos con agrado, la comida está bien y la atención muy buena. La chica que nos atiende además de agradable a la vista es simpática, así que como decía quedamos satisfechos, tanto con la comida como con la atención.
En una mesa adyacente se encontraban comiendo dos señores con conocimientos de la zona, que nos recomiendan que en lugar de continuar por el Puerto de las Alisas lo hagamos por un camino rural que se encuentra asfaltado y que nos pondrá en San Roque de Riomiera por una zona cuyo paisaje es digno de admirar.
Les hacemos caso y con las indicaciones medio aprendidas, arrancamos con la intención de seguir sus indicaciones. Desde este lugar comienza lo más entretenido y costoso de nuestro viaje o nuestra verdadera aventura.
Enseguida comenzamos a subir por una estrecha pero bien asfaltada carretera que cada vez se pone más empinada, las curvas se encuentran con hormigón para que los vehículos agarren y el agua pueda fluir a través de las ranuras hechas en el mismo, pero pasados unos cientos de metros nos damos cuenta que nos hemos equivocado al llegar a una zona donde se terminaba el asfalto y comenzaba una pista, como bueno para tractores.
Damos la vuelta y tras informarnos de nuevo encontramos el camino rural por el que teníamos que transitar e iniciamos de nuevo nuestro itinerario por una subida impresionante, desde la que podemos divisar el pueblo a vista de pájaro y un paisaje imponente.

Embobados con el lugar y atentos al camino que nos lleva por una interminable subida a través de bosques y rocosas montañas hasta la cumbre, donde hacemos una parada para descansar y admirar el paisaje que se observa en el lugar junto al monumento a la vaca pasiega, que ha sido fruto de algún vándalo, que la ha destrozado el morro y los cuernos.


Ensimismados, seguimos contemplando el horizonte desde donde distinguimos el mar y las ciudades costeras mas emblemáticas de esta zona de Cantabria.

El viento nos trae algunas gotas de agua, que nos avisan de la hora de ponerse en marcha ya que no sería muy agradable encontrarnos con un buen chubasco en el lugar. Antes de ponernos en marcha nos hacemos las últimas fotos en el paraje, para recordar el momento.
Iniciamos la bajada y si el ascenso era empinado la inclinación en la bajada no era para menos, además la lluvia que nos precedía no ayudaba al haber mojado la calzada. En algunos tramos a pesar de llevar una velocidad corta y el freno moderado, el suelo se antojaba deslizante y la tensión nerviosa estaba muy alerta.
Divisábamos algunas viviendas en la pendiente lo que nos indicaba que estábamos llegando a lugares habitados pero por eso el desnivel no se suavizaba.
Al final ya observábamos  la carretera que baja del puerto de Lunada y eso nos daba ánimos sabiendo que estábamos llegando al final del interminable descenso de aquel camino rural o lo que fuese.
Nada más terminar la bajada nos encontramos con una cantina a la que nos lanzamos como lobos para tomar una cerveza y descansar un rato, momento que no me resisto plasmar con mi pequeña cámara fotográfica.

Nos llama la atención el interior del local con sus columnas y vigas de madera, sus paredes y sus mesas le dan al recinto un aire de acogedor de casa de pueblo, muy en consonancia con el lugar. Descubrimos también que la parte posterior da acceso a un bonito camping, en el que ya se encuentran establecidas varias tiendas de campaña. No es extraño, pues la buena temperatura del lugar invita a estar en la calle, disfrutando de la misma, cosa que de inmediato hacemos.
Después del descanso se impone seguir la marcha, arrancamos las motos y vamos poniendo rumbo a Liérganes.
La carretera es muy bonita, la lluvia sigue respetando nuestra marcha, la temperatura es muy agradable y nuestra alegre marcha nos va acercando a nuestro destino. Pasamos Rubalcaba y enseguida llegamos a Liérganes desde donde tomamos el cruce para Pámanes, llegados al lugar perdemos a otro de los componentes del grupo que pone rumbo a Santander, los cuatro restantes seguimos nuestro derrotero para completar el trazado inicial, pasamos por Vargas, tomamos en Aes la dirección a los Corrales de Buelna, ya en la N-611 hacemos una parada para repostar en la gasolinera de Arenas de Iguña y con los depósitos llenos y a través de las Hoces de Barcena llegamos al final a nuestro punto de inicio, Reinosa.
Así lo he vivido y de esta manera lo he contado, ahora sólo queda que la peña motera "Los Rápidos" organice otra salida.


 

    

jueves, 7 de abril de 2011

Salida Puerto de San Isidro

Hoy 6 de Abril , las previsiones meteorológicas anuncian buen tiempo y así lo confirma el amanecer, por lo que decidimos darnos un paseo en moto, nos colocamos nuestro equipo y bajamos al garaje en busca de nuestra querida Marauder, allí nos encontramos con mi hermano Javi que ya estaba organizando su salida mañanera. Después de los correspondientes saludos y deseándonos un buen día arrancamos la moto y nos dirigimos hacia tierras de Castilla, aunque no teníamos previsto ninguna ruta en particular, comenzamos a rodar tal vez sea por inercia, hacia Aguilar de Campoo.


Siguiendo nuestro deambular hacemos una parada para tomar un café en Santibañez de la Peña y continuamos hacia Guardo para dirigirnos a Puente Almuhey, en este trayecto el buen firme y las numerosas curvas nos hacen gozar de nuestra máquina y nos llenan de vigor para dirigirnos a Cistierna, en esta localidad atravesamos sus calles que ya demuestran mucha actividad y tomamos la carretera hacia Riaño, para después tomar desvío hacia Sabero, importante pueblo minero donde a nuestro paso vamos contemplando el paisaje dejado por los trabajos en las minas cuando nos dirigimos a Boñar localidad en la que haremos una parada para descansar y decidir sobre la continuación de nuestra ruta.
Entramos en la primera cafetería que encontramos más a mano y pedimos una cerveza sin alcohol y un corto para la copiloto, nos acompañaron la bebida con una tapa de hígado encebollado, que degustamos con satisfacción, mientras hacíamos cabalas sobre la ruta a seguir pues a estas alturas todavía no lo teníamos muy claro, subir para San Isidro y bajar por rutas Asturianas hacia el mar nos asustaba un poco por los kilómetros y las carreteras que no nos iban a permitir desplazarnos con rapidez y tendríamos que utilizar mucho tiempo.
Los jubilados, si algo tenemos es tiempo, así que aprovechando el magnifico y caluroso día, llenamos el depósito de la Mara y nos dirigimos al embalse de Porma , paramos para hacer unas fotos y contemplar el paisaje que se nos ofrece desde el lugar.
Se siente frescura en esta zona, la altitud y las aguas del pantano colaboran para ello y da una sensación placentera encontrase allí, por lo que nos dedicamos a contemplar el precioso lienzo que nos brinda la naturaleza y las obras del hombre.





Nos incorporamos de nuevo a la carretera y bordeando las aguas del pantano, atravesando túneles que nos hacen extremar precauciones puesto que con la luz externa del sol al entrar en ellos la visibilidad se hace prácticamente nula al contraste con la oscuridad a pesar de los esfuerzos del foco de nuestra moto, que no es suficiente para averiguar el estado de la calzada interior, hay incluso alguno que se encuentra en curva, alumbrado por una especie de ventana consistente en un agujero en su pared que permite la entrada de la luz del exterior y que sirve de ayuda para averiguar la dirección de la carretera.
Llegados a Puebla de Lillo, tomamos la dirección del puerto de San Isidro, el paisaje es maravilloso y el día ideal para la moto, nuestra Mara a la que mi pasión motera casi la da condición humana, parece que se encuentra feliz llevándonos encima cuando arremete las rampas más duras del puerto y casi sin enterarnos nos encontramos con la estación invernal de San Isidro.


 Las edificaciones, salvando las distancias, nos recuerdan  a nuestra querida Brañavieja, creo que en todas las estaciones de esquí se asemejan sus edificaciones, es lógico si pensamos que deben de tener ciertas condiciones para paliar los efectos de la nieve en sus estructuras.
Nos impregnamos bien del momento y todavía en la provincia de León, damos nuestros últimos pasos por ella al dirigirnos al alto, donde ya nos dará la bienvenida la comunidad del principado de Asturias.

Pasamos junto al cartel que nos anuncia los 1520 metros de altitud del puerto, e iniciamos la bajada, donde nos cruzamos con unos moteros que venían en dirección opuesta y que estaban a punto de culminar la cumbre que nosotros habíamos dejado atrás.
Continuamos la bajada admirando un paisaje de numerosas cabañas que parecían surgir del verdor de su entorno. Embelesados por lo placentero del lugar casi sin enterarnos la carretera nos lleva hacia el desfiladero que hace factible su paso.


Entre las rocas de estas montañas continuamos nuestro camino por la impresionante bajada que en muy pocos metros nos llevará junto a una central hidroeléctrica que se encuentra aprovechando las aguas del incipiente río que casi adivinamos más que vimos cuando pasamos junto a él al entrar en el desfiladero.








Observamos la tubería por la que se desliza el agua que alimenta la central, pensamos en la obra de ingeniería necesaria para su instalación y el trabajo desarrollado por los obreros que lo realizaron con medios que no son los de la actualidad, en los que como siempre primaría el esfuerzo físico y el tesón de las personas que hicieron posible su construcción.
Proseguimos nuestro viaje, no sin echar una última mirada al camino recorrido, pensando en los esfuerzos del hombre por vencer los obstáculos que la naturaleza pone en su camino, como es el caso del trazado y construcción de la calzada por la que venimos deslizándonos en nuestro periplo ya por tierras asturianas.






Nuestro objetivo ahora es alcanzar Cabañaquinta, cuando lo conseguimos, el calor ya nos venía apretando y encima nos pasamos del cruce unos metros lo que nos hace volver sobre nuestra rodada, para tomar la dirección a Pola de Laviana, iniciamos la subida al alto de La Colladona, importante repecho en el que el calor nos machaca a todos, me entra preocupación por mi querida Marauder, que estará pasando con abnegación sin quejarse, rugiendo alegre su motor, la dureza de la rampa.
Iniciamos la bajada, estamos cansados y busco una sombra aunque sea pequeña para detenernos un rato y liberarnos de la chupa motera que nos protege en posibles caidas pero que en este momento está ayudando al sol a hacernos sudar la gota gorda. Al fin encuentro un lugar y sin dudar paro y dejo a la Mara que descanse y enfríe en la mini sombra que he encontrado.





Reponemos fuerzas y aprovecho para quitar el chaleco a la chaqueta y a las alforjas con él, que están casi vacías.
Seguimos con nuestra tregua a la carretera, disfrutando del lugar y del alivio que nos proporciona la falta de nuestras prendas moteras.



Restaurados y con nuevos bríos, hacemos los últimos kilómetros que nos separan de Pola de Laviana. En  esta población, de nuevo nos pasamos del cruce. Buscamos una sombra y Puri que no había querido quitarse el chaleco de su chaqueta en la parada anterior aprovecha para hacerlo y refrescar al mismo tiempo. Volvemos como hicimos la vez anterior sobre nuestra rodada y ahora si que tomamos el cruce que nos llevará a través de un intricado puerto que parece una pared, que se opone con su desnivel y numerosas curvas a nuestro progreso por la calzada que nos deja en el alto de La Faya de los Lobos de 650 metros. No se si es debido a la fatiga de tantos kilómetros por estas enredadas carreteras del Pricipado pero me parece de los más duro que he pasado.




Seguimos nuestra ruta y no tardamos en llegar a Nava, aquí recibimos una inyección de energía al encontranos con terreno conocido y una buena carretera la Nacional 634, por la que rápidamente llegamos a Arriondas, donde habíamos puesto nuestro objetivo para hacer una parada tomar algo y refrescar del agotador calor que nos viene azotando la mayor parte del día. Aprovechamos para rehidratar nuestros cuerpos y darnos un descanso en esta turística ciudad de la que tenemos buenos recuerdos.






Hacemos conjeturas sobre la ruta a seguir y decidimos acercarnos a la costa pensando que el aire del mar nos refrescará durante la marcha, así que andamos los kilómetros que nos separaban de Ribadesella y comprobamos nuestro acierto al recibir la fresca brisa del mar en nuestros cuerpos.
Continuamos retorciendo el puño a la Mara, hasta llegar a los Tánagos donde nos esperaba una cerveza grande  sin alcohol y las clásicas corbatas de las que dimos buena cuenta.
Con las fuerzas renovadas y en terreno de casa, nos dirigimos a través de San Vicente de la Barquera a Cabezón y Virgen de la Peña, desde donde a través del valle de Ibio, llegamos a Riocorvo y de allí rumbo a casa, donde llegaríamos como siempre a través de las hoces de Bárcena, Santiurde, Cañeda, y nuestro destino Reinosa. Al garaje la Mara y nosotros a la ducha para aliviar en lo posible los efectos de la cabalgada.
Ahora sólo queda pensar en la próxima salida.  

miércoles, 9 de marzo de 2011

SALIDA A POTES

Hoy martes los partes meteorológicos anunciaban buen tiempo, con ganas contenidas hemos venido pasando estos días de invierno pensando en nuestros paseos moteros. Decididamente y aunque sopla viento sur con cierta fuerza, pensamos pasar un buen día soleado por las cotas más bajas, por lo que arrancamos la Marauder, aprovisionamos gasolina (¡Joder Zapatero! lo que nos la has subido) y ponemos rumbo por la autopista a los Corrales de Buelna, tomamos esta opción por que es temprano, se siente todavía la helada y así haremos este pequeño tramo más rápido.

Ver Salida a potes en un mapa más grande

Llegados a Riocorvo, comenzamos el ascenso al alto de San Ciprano, la zigzagueante carretera, la pronunciada subida y el incomparable paraje son un placer para el pilotaje de nuestra máquina que ruge con fuerza y soltura para llevarnos al alto.
Iniciamos la bajada para el valle de Ibio. Cuantas más veces recorro esta zona más me gusta, tanto para pasear en moto como para admirar su paisaje, sus casas y la suavidad de su clima, que comparado con la dureza del Campurriano nos hace envidiar a los vecinos de estos pueblos.  
 Llegados a Virgen de la Peña, ponemos rumbo a Los Tanagos, lugar que se ha convertido para nosotros en parada casi obligatoria para tomar un café, reponer fuerzas y echar un vistazo a las motos que suelen estar aparcadas. Muchos moteros suelen hacer en este lugar sus descansos para como nosotros tomar un refrigerio.

Arrancamos de nuevo la Mara con la que Puri tomaba el sol que ya calentaba y era agradable sentir su calidez en nuestro cuerpo.
Atravesamos Unquera y ponemos trayectoria a Potes dejando el río Deva a nuestra derecha al que vamos a acompañar hasta Panes, donde le espera el río Cares para cederle sus aguas.

Nos adentramos en el desfiladero de la Hermida, aquí el río Deva ya no se desliza placidamente, por el contrario por la angosta garganta del desfiladero sus aguas bravas siguen horadando las rocas calizas que forman las grandes paredes por las que serpentea la carretera.
Seguimos bordeando el río durante los 21 kilómetros del desfiladero por una carretera que se adapta al laberinto que caprichosamente ha venido tallando el río y por la que nos deslizamos admirando la belleza que nos brinda el lugar.
Terminado el desfiladero nos acercamos rápidamente a nuestro destino, las curvas ya se han suavizado y vamos notando la cercanía de nuestro objetivo.
Llegados a Potes que bajo el amparo de los nevados Picos de Europa, invita al refugio y al descanso.

Paseamos por sus calles curioseando los escaparates de sus comercios, disfrutando de su benigno clima, de la calma que transmite el lugar, del paso visitantes, de sus pobladores y en definitiva del folklore que se respira en la localidad.

Descansa entre tanto la Mara, para afrontar con su corazón de hierro la dureza del puerto que nos espera cuando pongamos rumbo a casa. Lo dicho, arrancamos pues la hora apremia y aunque los kilómetros que quedan hasta Reinosa no son muchos, el recorrido parece hacerles más largos, así que con pena nos despedimos de Potes y continuamos nuestra andadura.
Tomamos el desvío para Cervera y enseguida recibimos el aviso de que la calzada se encuentra en obras, esto nos obliga circular con precaución y esquivar los abundantes baches que dificultan nuestro avance.
Llegados a Pesaguero, el firme cambia y el camino se nos hace excelente a pesar de que no tiene señalización lateral, ahora podemos sacar más rendimiento a nuestra máquina y así vamos ascendiendo el puerto que nos empieza a refrescar con la cantidad de nieve que se encuentra acumulada en los alrededores.
Arribamos a la Venta Pepín e interrumpimos nuestra deriva para hacer un descanso y tomar algo en el Bar, que nos recibe con la calidez que proporciona su chimenea en la que se queman unos troncos que chisporretean invitándonos a quedarnos y seguir disfrutando del calor que desprenden, pero hay que seguir nuestro camino, así que después de tomar un vino y despedirnos de la gente que se encontraba en el lugar, partimos para continuar restando los kilómetros que nos quedan para nuestro destino.
El frío se va haciendo más intenso según nos acercamos a la cima, nuestras protecciones comienzan a avisar que van siendo superadas, además el viento intensifica su velocidad y nos castiga con su gélido aliento.
 Nos detenemos en el alto para hacer unas fotos que den una idea de la nieve acumulada y aunque el frío no se puede fotografiar, si podemos ver la expresión de mi querida esposa  y compañera en estas lides, que por el intenso frío  no se atreve  a desprenderse del casco que la protege cuando recoge los guantes que el viento ha llevado de encima de las alforjas en la que las que por costumbre suelo dejar estas prendas.
Un último vistazo al lugar y otra fotografía del paraje, donde en el pasado fotografiamos a nuestros hijos cuando eran niños y en verano contemplaban ensimismados la panorámica que ofrecía el mirador de Piedrasluengas, bien diferente a la que sus padres contemplábamos en ese momento.

Con el frío en nuestros cuerpos partimos hacia Cervera de Pisuerga. Pasamos el pueblo de Piedraluengas y con la esperanza puesta en encontrar mejor climatología en el camino seguimos nuestra deriva ya por tierras castellanas , pasamos San Salvador de Cantamuda y antes de llegar a Vañes nos encontramos con un semáforo que controla el paso del puente que nos hace detener, observo a mi derecha el cruce para Herreruela de Castillería, lugar que me trae recuerdos de mi época de cazador, cuando acudía al lugar, junto con mi hermano Javier y nuestro común amigo Teo con el fin de colgarnos alguna perdiz, que por la dureza del terreno era muy difícil abatirlas.
El semáforo nos da vía libre y me devuelve a la realidad del momento. Continuamos en un ambiente muy frío nuestra marcha, damos vista a Cervera y la temperatura sigue sin templar, por el contrario, nos encontramos a 1.000 metros de altitud, hemos bajado 355 metros y parece que la temperatura es más baja, pasamos el pueblo en el que no se ve un alma por la calle. Vamos a Matamorisca para tomar el cruce para Cillamayor y dirigirnos por Vallejo de Orbó  a Valberzoso. Pasando Olea observamos el termómetro exterior de la cantina que marca nueve grados, comentamos que había templado y animados por la cercanía pero ateridos de frío, bajamos el bardal, contemplamos sus árboles desprovistos de hojas y recorremos los pocos kilómetros que nos separan de Reinosa y llegamos a casa sin más novedad.
Hemos pasado un buen día, con diferentes avatares y nos queda pensar cuando será el próximo recorrido.




martes, 1 de febrero de 2011

Ruta a Lastres

Con gran ilusión veníamos programando esta salida, al calor de la serie de televisión que basa sus exteriores en este precioso y turístico pueblo Asturiano, al que cambia su nombre por San Martín del Sella para adaptar su guión. Preparamos la quedada en el lugar habitual. Después de la correspondiente espera y la llegada de la totalidad de la cuadrilla, con el olor del exquisito café que nos habían servido, procedemos al arranque de nuestras máquinas, el ruido de los escapes, el cierre de los cascos, invitan a subir la adrenalina. Con la imaginación puesta en el mapa comenzamos a rodar en dirección a la carretera de circunvalación de Campoo que nos llevará a tomar la antigua carretera N-611

Rebasamos el pueblo de Cañeda y enseguida nos encontramos con la caída hacia el Puente de las hachas, pues bien parece tal, la pendiente en el descenso que por esta maravillosa carretera nos llevará a las Hoces de Bárcena donde la erosión del río Besaya nos ha dejado un bello paisaje, que la atención a las innumerables curvas nos priva de su contemplación pero que lo compensa el pilotaje de nuestras máquinas por el laberinto de esta carretera, que nos da un descanso y la posibilidad de contemplar el paisaje cuando nos deslizamos, frente a Molledo Portolin que dejamos a nuestra izquierda, para continuar hasta las inmediaciones de Arenas de Iguña, donde entraremos en la zona de curvas de la llamada Media Hoz, que nos llevará hasta los Corrales de Buelna, utilizaremos la autopista para evitar el paso por en centro de la ciudad De nuevo en la N-611 pasamos junto a las Caldas de Besaya, para llegados a Riocorvo, pueblo declarado de Interés Cultural como Conjunto Histórico, sus casonas blasonadas de estilo barroco de los siglos XVII y XVIII merecen una visita, cosa que nosotros no hacemos en esta ocasión debido a lo extenso del viaje. Dejamos este hermoso pueblo e inmediatamente asumimos la subida a San Cipriano, Revilla lo hace en albarcas y nosotros en dos ruedas que también tiene su mérito.
Atravesamos el precioso valle de Ibio para llegar a Cabezón de la Sal, ciudad que debe su nombre a la medida "cabezón" que se utilizaba en la época romana para medir la sal, ( de la sal) que fue fuente de riqueza en ese periodo por las minas de este producto.
Hay otras versiones sobre el origen del nombre pero siempre esta me ha parecido más folclórica, así que casi la he tomado como norma de fe.
Continuamos nuestra marcha,  atravesamos San Vicente de la.Barquera, para carretera adelante parar para hacer un descanso y tomar un café.

Después del  ligero descanso, y con ansias de emprender la ruta, nos ponemos en carretera y dejando a nuestras espaldas Pesues, Unquera, La Franca en fin todos estos pueblos que jalonan el fantástico y bravo litoral Asturiano que tenemos la suerte de ir admirando hasta que al llegar a Llanes, tomamos la decisión de incorporarnos a la autopista debido a la cantidad de turismo que se concentra en este bello pueblo costero y que dificultaba nuestro paso.
 Pasado el tramo de autopista ponemos las máquinas rumbo a Ribadesella donde la parada se nos hace obligatoria y entre sus gaviotas y turistas decidimos darnos otro reposo y tomar unas cervezas.


Abandonamos este bello pueblo turístico y pesquero, Ribesella en Asturiano, famoso por el Descenso Internacional del Sella que se celebra el primer sábado del mes de Agosto después del día 2. Acompañados del rugido de nuestras monturas afrontamos la sinuosa calzada que nos llevará a Colunga, capital del concejo del mismo nombre. Siguiendo la carretera siempre al lado del mar llegaremos a nuestro objetivo, Lastres, esta preciosa parroquia y villa marinera que como decía al principio se ha hecho muy popular debido al rodaje de la serie de televisión  Doctor Mateo.
 Conseguido nuestro propósito, nos dedicamos a admirar las emblemáticas y preciosas vistas del pueblo, hasta que alguien recuerda la necesidad de comer, y ahí, sí que nos apuntamos todos con rapidez, y así decidimos buscar restaurante. Elegimos uno en el puerto al lado del lugar donde previamente habías aparcado las motos y nos dispusimos a saciar nuestros estómagos cuyos receptores nerviosos ya enviaban señales al cerebro de que se encontraban vacíos.

Entre bromas y comentarios de las peripecias del viaje, dimos buena cuenta de las viandas, y en la sobremesa continuamos reprogramando el resto del viaje. Se trataba de hacer el retorno por otra ruta por algunos lugares que nos eran desconocidos y por tanto ignorabamos el estado de la calzada y su configuración, así entre especulaciones y propuestas, abonamos la cuenta, levantamos la mesa y nos dispusimos a continuar viaje, no sin antes hacer unas fotografías del grupo como recuerdo de este pasaje.

Decidimos volver sobre nuestros pasos o mejor sobre nuestras rodadas hasta pasado Colunga donde en la rotonda tomamos la dirección hacia Arriondas, a los pocos kilómetros por una carretera un tanto angosta y plagada de curvas que hacen nuestras delicias, iniciamos la subida al Mirador del Fitu.
 Después de una buena pilotada por esta preciosa carretera para la practica del motociclismo, llegamos al aparcamiento del Mirador, dejamos descansando nuestros vehículos y nos disponemos a admirar las maravillosas vistas que se pueden contemplar desde este lugar.

Hechizados por el lugar y después de plasmar en fotografías lo que nuestros ojos contemplaban decidimos emprender el descenso hacia Arriondas, así que bajamos en busca de nuestras monturas que ya estarían  recuperadas del sofocón de la subida, arrancamos y nos dispusimos a bajar el puerto, es una maravilla con numerosísimas curvas que no te dan tiempo para la distracción y que entrañan cierto peligro. Durante la bajada nos encontramos con un accidente en el que estaban implicados dos coches, y en algunas curvas encontramos algunas vacas y caballos, algo propio de estas zonas donde se encuentran pastando en semi-libertad estos animales. Seguimos con el recital de curvas que nos ponen a los pies de Arriondas, les Arriondes para los Asturianos, preciosa villa que ha visto incrementado el turismo debido a la  fama obtenida por ser  la salida de las piraguas del Descenso Internacional del Sella.
Ha llegado la hora de llenar los depósitos y hacemos la correspondiente parada en esta población, para después llegar hasta Cangas de Onis

Después de pasar por el Puenton, también llamado puente Romano, aunque su construcción es de la edad media y se hizo durante el reinado de Alfonso XI de Castilla y León.
Abandonamos Cangues d'Onís que fué capital del reino de Asturias y seguimos ruta dejando a nuestra derecha Covadonga ponemos rumbo a Arenas de Cabrales, lugar donde tenemos pensado descansar un rato y tomar una cerveza, en el camino encontramos el Pozo de la Oración en el mirador del Pico Urriellu, Naranjo de Bulnes para nosotros.
Cayendo la tarde continuamos viaje hacia Panes acompañamos entre curvas al río Cares hasta que en esta localidad se una al río Deva, que forma en su desembocadura la ría de Tina Mayor, lugar por el que pasamos por la mañana pero que ahora no llegaremos al desviarnos siguiendo nuestra ruta hacia Merodio, Casamaría, hasta el cruce del Puente del Arrudo, donde tomamos la dirección a Puente Nansa, llegados al cruce y en dirección a Carmona, nos encontramos con una señal de estrechamiento de calzada por obras, veo al compañero que me precede parado en el semáforo con las luces de peligro encendidas, un coche parado y una mujer que iba de copiloto en el coche que le increpaba desaforadamente, me asusto y trato de frenar rápidamente, con tan mala suerte que termino en el suelo, me levanto y me duelo del pie izquierdo, no obstante me dirijo hacia la gesticulante mujer y todo era que ella afirmaba que los que nos precedían se habían saltado el semáforo, dejamos a la loca gesticulante y doliéndome del pie y de un golpe en el pecho que me dieron los espejos. Después de despreocupar a mis compañeros interesados por mi estado, arrancamos para Cabuerniga, y arropado por ellos, poco a poco, moviendo el cambio con el talón, enfilo para subir Palambera y llegar a Reinosa al Hospital.
Así termina la odisea, me tratan de una rotura del dedo gordo del pie izquierdo y de las consiguientes magulladuras, que me dejan en Paro Motero el mes de agosto.
No quiero llegar al final de estas lineas sin antes agradecer a mis compañeros su preocupación en este día y en los días posteriores ¡Gracias amigos! espero disfrutar de muchas salidas en vuestra compañía.