jueves, 7 de abril de 2011

Salida Puerto de San Isidro

Hoy 6 de Abril , las previsiones meteorológicas anuncian buen tiempo y así lo confirma el amanecer, por lo que decidimos darnos un paseo en moto, nos colocamos nuestro equipo y bajamos al garaje en busca de nuestra querida Marauder, allí nos encontramos con mi hermano Javi que ya estaba organizando su salida mañanera. Después de los correspondientes saludos y deseándonos un buen día arrancamos la moto y nos dirigimos hacia tierras de Castilla, aunque no teníamos previsto ninguna ruta en particular, comenzamos a rodar tal vez sea por inercia, hacia Aguilar de Campoo.


Siguiendo nuestro deambular hacemos una parada para tomar un café en Santibañez de la Peña y continuamos hacia Guardo para dirigirnos a Puente Almuhey, en este trayecto el buen firme y las numerosas curvas nos hacen gozar de nuestra máquina y nos llenan de vigor para dirigirnos a Cistierna, en esta localidad atravesamos sus calles que ya demuestran mucha actividad y tomamos la carretera hacia Riaño, para después tomar desvío hacia Sabero, importante pueblo minero donde a nuestro paso vamos contemplando el paisaje dejado por los trabajos en las minas cuando nos dirigimos a Boñar localidad en la que haremos una parada para descansar y decidir sobre la continuación de nuestra ruta.
Entramos en la primera cafetería que encontramos más a mano y pedimos una cerveza sin alcohol y un corto para la copiloto, nos acompañaron la bebida con una tapa de hígado encebollado, que degustamos con satisfacción, mientras hacíamos cabalas sobre la ruta a seguir pues a estas alturas todavía no lo teníamos muy claro, subir para San Isidro y bajar por rutas Asturianas hacia el mar nos asustaba un poco por los kilómetros y las carreteras que no nos iban a permitir desplazarnos con rapidez y tendríamos que utilizar mucho tiempo.
Los jubilados, si algo tenemos es tiempo, así que aprovechando el magnifico y caluroso día, llenamos el depósito de la Mara y nos dirigimos al embalse de Porma , paramos para hacer unas fotos y contemplar el paisaje que se nos ofrece desde el lugar.
Se siente frescura en esta zona, la altitud y las aguas del pantano colaboran para ello y da una sensación placentera encontrase allí, por lo que nos dedicamos a contemplar el precioso lienzo que nos brinda la naturaleza y las obras del hombre.





Nos incorporamos de nuevo a la carretera y bordeando las aguas del pantano, atravesando túneles que nos hacen extremar precauciones puesto que con la luz externa del sol al entrar en ellos la visibilidad se hace prácticamente nula al contraste con la oscuridad a pesar de los esfuerzos del foco de nuestra moto, que no es suficiente para averiguar el estado de la calzada interior, hay incluso alguno que se encuentra en curva, alumbrado por una especie de ventana consistente en un agujero en su pared que permite la entrada de la luz del exterior y que sirve de ayuda para averiguar la dirección de la carretera.
Llegados a Puebla de Lillo, tomamos la dirección del puerto de San Isidro, el paisaje es maravilloso y el día ideal para la moto, nuestra Mara a la que mi pasión motera casi la da condición humana, parece que se encuentra feliz llevándonos encima cuando arremete las rampas más duras del puerto y casi sin enterarnos nos encontramos con la estación invernal de San Isidro.


 Las edificaciones, salvando las distancias, nos recuerdan  a nuestra querida Brañavieja, creo que en todas las estaciones de esquí se asemejan sus edificaciones, es lógico si pensamos que deben de tener ciertas condiciones para paliar los efectos de la nieve en sus estructuras.
Nos impregnamos bien del momento y todavía en la provincia de León, damos nuestros últimos pasos por ella al dirigirnos al alto, donde ya nos dará la bienvenida la comunidad del principado de Asturias.

Pasamos junto al cartel que nos anuncia los 1520 metros de altitud del puerto, e iniciamos la bajada, donde nos cruzamos con unos moteros que venían en dirección opuesta y que estaban a punto de culminar la cumbre que nosotros habíamos dejado atrás.
Continuamos la bajada admirando un paisaje de numerosas cabañas que parecían surgir del verdor de su entorno. Embelesados por lo placentero del lugar casi sin enterarnos la carretera nos lleva hacia el desfiladero que hace factible su paso.


Entre las rocas de estas montañas continuamos nuestro camino por la impresionante bajada que en muy pocos metros nos llevará junto a una central hidroeléctrica que se encuentra aprovechando las aguas del incipiente río que casi adivinamos más que vimos cuando pasamos junto a él al entrar en el desfiladero.








Observamos la tubería por la que se desliza el agua que alimenta la central, pensamos en la obra de ingeniería necesaria para su instalación y el trabajo desarrollado por los obreros que lo realizaron con medios que no son los de la actualidad, en los que como siempre primaría el esfuerzo físico y el tesón de las personas que hicieron posible su construcción.
Proseguimos nuestro viaje, no sin echar una última mirada al camino recorrido, pensando en los esfuerzos del hombre por vencer los obstáculos que la naturaleza pone en su camino, como es el caso del trazado y construcción de la calzada por la que venimos deslizándonos en nuestro periplo ya por tierras asturianas.






Nuestro objetivo ahora es alcanzar Cabañaquinta, cuando lo conseguimos, el calor ya nos venía apretando y encima nos pasamos del cruce unos metros lo que nos hace volver sobre nuestra rodada, para tomar la dirección a Pola de Laviana, iniciamos la subida al alto de La Colladona, importante repecho en el que el calor nos machaca a todos, me entra preocupación por mi querida Marauder, que estará pasando con abnegación sin quejarse, rugiendo alegre su motor, la dureza de la rampa.
Iniciamos la bajada, estamos cansados y busco una sombra aunque sea pequeña para detenernos un rato y liberarnos de la chupa motera que nos protege en posibles caidas pero que en este momento está ayudando al sol a hacernos sudar la gota gorda. Al fin encuentro un lugar y sin dudar paro y dejo a la Mara que descanse y enfríe en la mini sombra que he encontrado.





Reponemos fuerzas y aprovecho para quitar el chaleco a la chaqueta y a las alforjas con él, que están casi vacías.
Seguimos con nuestra tregua a la carretera, disfrutando del lugar y del alivio que nos proporciona la falta de nuestras prendas moteras.



Restaurados y con nuevos bríos, hacemos los últimos kilómetros que nos separan de Pola de Laviana. En  esta población, de nuevo nos pasamos del cruce. Buscamos una sombra y Puri que no había querido quitarse el chaleco de su chaqueta en la parada anterior aprovecha para hacerlo y refrescar al mismo tiempo. Volvemos como hicimos la vez anterior sobre nuestra rodada y ahora si que tomamos el cruce que nos llevará a través de un intricado puerto que parece una pared, que se opone con su desnivel y numerosas curvas a nuestro progreso por la calzada que nos deja en el alto de La Faya de los Lobos de 650 metros. No se si es debido a la fatiga de tantos kilómetros por estas enredadas carreteras del Pricipado pero me parece de los más duro que he pasado.




Seguimos nuestra ruta y no tardamos en llegar a Nava, aquí recibimos una inyección de energía al encontranos con terreno conocido y una buena carretera la Nacional 634, por la que rápidamente llegamos a Arriondas, donde habíamos puesto nuestro objetivo para hacer una parada tomar algo y refrescar del agotador calor que nos viene azotando la mayor parte del día. Aprovechamos para rehidratar nuestros cuerpos y darnos un descanso en esta turística ciudad de la que tenemos buenos recuerdos.






Hacemos conjeturas sobre la ruta a seguir y decidimos acercarnos a la costa pensando que el aire del mar nos refrescará durante la marcha, así que andamos los kilómetros que nos separaban de Ribadesella y comprobamos nuestro acierto al recibir la fresca brisa del mar en nuestros cuerpos.
Continuamos retorciendo el puño a la Mara, hasta llegar a los Tánagos donde nos esperaba una cerveza grande  sin alcohol y las clásicas corbatas de las que dimos buena cuenta.
Con las fuerzas renovadas y en terreno de casa, nos dirigimos a través de San Vicente de la Barquera a Cabezón y Virgen de la Peña, desde donde a través del valle de Ibio, llegamos a Riocorvo y de allí rumbo a casa, donde llegaríamos como siempre a través de las hoces de Bárcena, Santiurde, Cañeda, y nuestro destino Reinosa. Al garaje la Mara y nosotros a la ducha para aliviar en lo posible los efectos de la cabalgada.
Ahora sólo queda pensar en la próxima salida.  

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